A partir el año 2009 el Estado Plurinacional de Bolivia acepta como naciones libres, soberanas e independientes a 36 culturas que existen en su territorio desde antes de la colonia, cada una con su cosmovisión, estructuras jerárquicas y formas de organización socio-económica diferentes. Desde hace cuatro mil años, el tejido constituye una de las expresiones estéticas más complejas y desarrolladas del espacio andino, alcanzando el nivel de verdaderos lenguajes a través de los cuales los pueblos dibujaron sus identidades y construyeron sus diferencias. Es posible decir así que los textiles andinos pueden ser “leídos” como textos que hablan de determinados pensamientos o visiones particulares de sus mundos. Conocedora de estas culturas y su cosmogonía, la artista boliviana Daniela Elias Guillén ha trabajado durante su residencia en ´ace en una articulación contemporánea de la cosmovisión que la cultura Jalq´a expresa a través de su arte textil.

El paisaje del tejido de los Jalq’a es el del del Ukhu Pacha (el inframundo mágico), un espacio sagrado que es descrito como un mundo que no se percibe o ve directamente y que no se rige por las leyes de la sociedad, ni siquiera de la naturaleza conocida por el ser humano. Se trata de un lugar oscuro, es el mundo de una deidad de las profundidades y de los espacios apartados (el saxra), lugares remotos y de luz débil. Los Jalq’a han seleccionado al mundo saxra como definición de su identidad. En él no hay un orden relativo de las cosas, porque no existe la gravedad, sino una especie de caos. Los diseños de estos textiles usan colores que absorben la luz más de las que nos devuelven añadiendo significado al sentido de oscuridad y confusión, formando espacios continuos en donde la figura y el fondo se funden sin un ángulo de visión ni línea de horizonte para fijar los ojos. Es que el Ukhu Pacha es un espacio desordenado y caótico (pero con un orden interno); un mundo de oscuridad, muerte, sueños, miedo y multiplicación. Este espacio entrópico está habitado por unas figuras extrañas a las que llaman khurus (gusanos), criaturas míticas y traviesas que lucen como pequeños demonios antropomorfos y zoomorfos. En su mundo ingrávido no hay un orden relativo de las cosas, los khurus pueden flotar por doquier y la noción de arriba y abajo, simplemente, no existe.

Las mujeres de la cultura Jalq´a revelan el Ukhu Pacha a través de sus tejidos. Si bien los khurus pueden flotar por donde sea, las mujeres deben atraparlos en la urdiembre y, así, asegurarse que estos traviesos demonios no distraigan a las personas en este mundo. En algunas comunidades a las mujeres solo les está permitido usar lanas rojas y negras. A través de esta economía de elementos ellas traman la urdiembre de un mundo que no es terrible ni sórdido, sino que ostenta e invita a la libertad fecunda de lo ingobernable.

Sabemos que, afortunadamente, la cultura Jalq´a fue poco permeada por conceptos occidentales. Sus textiles transmiten, en un lenguaje cifrado, el estar en el espacio y en el tiempo evocando una libertad mística. Sus ideas integradoras, descolonizadas y flexibles, su concepto de auto reproducción y reproducción sin necesidad de una división de géneros binarios, así como de un espacio en donde no hay jerarquías ni de clases ni de sexos, nos hace reflexionar acerca de la sabiduría de esta cultura ancestral. Para la artista, estos conceptos y la triple pertenencia de estos seres a mundos diferentes (cuando están en el inframundo, cuando son atrapados en el textil y cuando son liberados por ella) son elementos fascinantes a la hora de dilucidar respuestas a cuestiones difícilmente abordables, a trazar paralelismos entre problemáticas contemporáneas que tienen que ver con la ciencia y la biología, las células madres, la reproducción in vitro, la libertad en la aceptación de la diversidad, lo entrópico y lo impredecible, conceptos a veces reñidos con el pensamiento occidental y cristiano.

La exploración de estos interrogantes, durante su residencia en ´ace, abrió las puertas para una investigación que se desarrollará en varios volúmenes. En Khurusaurio: Volumen 1, la artista “desteje/ libera/ atrapa” los khurus en bastidores para urdiembre, usando las lanas hiladas a mano tradicionales y limitando su paleta, también, al rojo y negro. Pero en este caso los khurus no han sido atrapados en la urdiembre sino en elementos de laboratorio: probetas, tubo de ensayos, pipetas, un matraz Elenmeyer… Sin perder su naturaleza festiva y juguetona, se enroscan, se iluminan, invaden el espacio y siguen presentes para mostramos ese otro-mundo ingrávido, libre y atemporal en donde los seres humanos conviven con sus demonios a los que, gracias a las mujeres, dominan y sujetan.

Por Alicia Candiani